Es aquel concepto que se conoce y que pocos creen en el a pesar de sus resultados en la practica medica.
Es algo que adquieren los médicos que tienen muchos años de ejercer la medicina y que definitivamente funciona.
Pongamos un ejemplo, tenemos dos consultorios con médicos, uno recién graduado y el otro con mas de 30 años de experiencia. Al llegar un paciente en el primer caso el medico procederá a realizar todos los procedimientos de rigor,interrogatorio, inspección, palpación y percusión tratando de buscar la causa de la enfermedad mientras que al visitar al segundo éste simplemente con verlo unos minutos puede emitir un diagnostico con muy pocas probabilidades de fallar.
Y no es un poder mágico ni de extraterrestre, se basa simplemente en la complejidad del funcionamiento de nuestro cerebro que al igual que programas computacionales que se van afinando con el funcionamiento y el tiempo, como el reconocimiento de voz por ordenes donde por así decirlo esos programas van aprendiendo.
Puedo estar seguro, porque lo he experimentado, y sucede que de tantos miles y miles de pacientes vistos por casi 40 años, nuestro cerebro ha creado un banco de información, que sin darnos cuenta entra a funcionar tan pronto aparece el paciente entra a nuestro consultorio y que esta determinado por citar algunas, por la forma de caminar, por la fascia, por la manera de hablar, de mirarnos, son informaciones subliminares que llegan constantemente sin apenas darnos cuenta y que nos informa de que problema tiene nuestro paciente sin ponerle un dedo encima. Y si decidimos hacer determinado examen será unos pocos, solo para corroborar lo que ya nos pasó por nuestra mente.
Muy posiblemente un paciente pueda pensar o sentirse mejor con el primer medico que lo bajeo de pies a cabeza, pero créanme que estarna en mejores manos con el segundo.
El ojo clínico nos ayuda a saber cuando los pacientes mienten, esto es muy común y no se porque lo hacen pues para nada ayudan a un diagnostico y muchas veces tenemos que forzar la salida de la información, porque a pesar de que se nos trata de engañar no caemos en la trampa consiente o inconsciente.
En estos días me trajeron un niño de 8 años refiriéndome que se había desmayado como única información. Con perseverancia y dominio de la situación pude llegar a la verdad, que no era otro que el paciente al ver a la madre con un cuadro de disnea por una alergia, pensó que se podia morir y salió llorando tirándose posteriormente en el suelo, una típica reacción situacional.
También me llegó una niña de 11 años con un dolor abdominal muy agudo y a primera vista la etiqueté como una gastroduodenitis, lo que me corroboró al alivio total con el tratamiento impuesto. Recuerdo hace tan solo 4 o 5 años el diagnostico que hice de una paciente con hipertiroidismo con solo ver su cara, principalmente al compararla con la de los libros de medicina de otros casos similares.
Podríamos poner miles de ejemplos pero esto no es mas que nuestro banco de datos amasados y ordenados por muchos años de trabajo y de observación.
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