Las noticias activan de forma constante el sistema límbico del cerebro. Las catástrofes que se nos anuncian en los titulares todos los días liberan altas cantidades de glucocorticoides (cortisol). Esto altera el sistema inmunitario y reduce la producción de la hormona del crecimiento, que se encarga de regenerar el organismo. Las noticias pueden, por sí solas, someter a una persona con una vida (real) tranquila a una situación de estrés crónico.
Los altos niveles de glucocorticoides perjudican la digestión, reducen el crecimiento de las células de la piel, del pelo y de los huesos, aumentan el nerviosismo y hacen más proclive a las infecciones. Puede llegar a sentirse temeroso, agresivo y reducirse su campo de visión.
Las noticias funcionan como las drogas. De forma más o menos consciente, estamos al tanto de numerosos temas, desde el caso Bárcenas hasta la situación de Venezuela tras Hugo Chávez, pasando por los despidos colectivos y cierres de empresas que se producen cada día en estos tiempos. Y los medios de comunicación nos tientan constantemente para que queramos saber “qué pasará después”.
Los científicos antes pensaban que los cien mil millones de neuronas del cerebro estabilizaban sus conexiones en la edad adulta. Hoy en día sabemos que no es así. Las células rompen constantemente las conexiones viejas para crear nuevas. Cuanta más información consumimos, mayor es el número de circuitos neuronales dedicados a las tareas superficiales y menor es el número de los que se encargan de las reflexiones profundas. La mayoría de los consumidores de información, incluidos los que solían ser ávidos lectores, han perdido la capacidad de leer artículos extensos y libros. Tras unas cuatro o cinco páginas, se cansan, se aburren, su concentración desaparece, necesitan moverse... o directamente se duermen. La razón no es que hayan envejecido o que tengan cosas más importantes que hacer; es que la estructura física de su cerebro ya no es la misma.
Otro efecto particularmente lamentable de las noticias es que nos ahogan con sucesos respecto a los cuales no podemos hacer nada. Al escuchar historias sobre las catástrofes varias que asolan todos los rincones del mundo, nos volvemos pasivos y nos vemos sumergidos en un estado de ánimo negativo, pesimista, fatalista, pudiendo incluso perder toda capacidad emotiva o de compasión hacia los demás, así como la ilusión por el futuro.
Otra víctima colateral de las noticias es la creatividad. “No conozco ningún espíritu creativo que haya devorado noticias; ni escritores, ni compositores, ni matemáticos, ni físicos, ni científicos, ni músicos, ni diseñadores, ni arquitectos ni pintores. Por el contrario, conozco cantidad de personas enfermizamente estériles que consumen noticias como si de una droga se tratase”, observa Rolf Dobelli.
Todo ello no quiere decir que en este mundo no necesitemos periodistas. Todo lo contrario, son necesarios para dar a conocer los hechos más importantes relacionados con nuestro destino común, tanto a nivel local como a nivel mundial. Por lo tanto, no se trataría de dejar radicalmente de estar informado, ni de vivir a espaldas de lo que pasa en el mundo. De lo que se trata es de no volverse adicto a la información (algo a lo que ha contribuido internet, que ha hecho que si no estamos al tanto de lo ocurrido en el minuto anterior, nos sintamos desinformados). Y desde luego, la única manera de entender mejor el mundo que nos rodea es leer artículos de investigación extensos y libros.
Espacio de encuentro, debate con respeto,crecimiento espiritual, temas médicos y mucho mas. Adjunto a Clínica Fénix Panamá Citas al 507 2903420 o 67453333 también wasap.
jueves, 22 de agosto de 2013
Las noticias envenenan el cuerpo.
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